sábado, 31 de diciembre de 2011

Y a pesar de lo que escribí pero nunca te dije...Parte II

Yo no quiero a otro. Por mucho que me digan. Por mucho que me digas. Que sí, que podré haberme encaprichado, empeñado e incluso obsesionado, pero no quiero que te cambien. Quiero seguir en esa parte de los relojes por la que nunca deja de correr la arena. Aunque sepa que la abrasadora luz de la mañana quemará nuestros rostros, y nuestra alma. Aunque al despertar me de cuenta de que todo ha sido un sueño. Aún así me vale. Ojalá que no leas esto. Que estas letras se queden en una suposición que ya tienes asegurada. Porque yo tampoco quiero que me cambien. Aunque ya me hayan cambiado a medias. Aunque nunca me colocaran en ningún sitio del todo. Porque, si lo pienso, nunca he tenido mi sitio. Nunca has sido algo mío, o yo algo tuyo, o esto algo nuestro. Demasiados fantasmas a los que te empeñas en no ahuyentar. Supongo que de lllevar tanto tiempo muerta ya no me doy cuenta de si yo soy uno de ellos, o formo parte del mundo de los vivos. O mejor dicho, sí que lo sé, pero prefiero nadar, nadar y olvidar los tiburones que hay bajo mis pies. Quizá lleve un tiempo muerta. Quizá, como tu dices, me he empeñado demasiado. Pero es que todavía estoy esperando a que venga alguien ( tú) a rescatarme.

Y a pesar de lo que escribí pero nunca te dije...

Yo no quiero a otro.

jueves, 29 de diciembre de 2011

...

No entiendo por qué me calmo a medida que pasan las horas. Será que aún te quiero. Será que no he dejado de hacerlo nunca. Será porque, por mucho que bailes sobre el fuego, nunca vas a quemarte los pies. No imaginas cuanto duele tu desprecio. Ahora yo me pregunto cuándo va a consumirse tu hoguera.
¿Todavía te crees con el poder suficiente?

Ego

Mi

Mei

Mihi

Me

Mecum

lunes, 26 de diciembre de 2011

...

(Quizá)
Te quise tanto
Porque nunca
Te
Tuve
Cerca.

domingo, 30 de octubre de 2011

Parejas tóxicas.
No para de llover por aquí. La lluvia no siempre es buena. En exceso, pudre las cosechas.

martes, 23 de agosto de 2011

Me siento tan vacía si no estás tú. Si no me acompañas en las noches de verano. Si no me asaltas a mitad de la mañana. Si no me paras en mitad de la calle. Y es que hasta entonces eras un dulce problema, un suave murmullo que callar. Que iba y venía, que subía y bajaba. Te busco. Te busco en las noches de verano. Pero ya no puedo escribirte a bolígrafo.





Dime que no me has olvidado.

martes, 16 de agosto de 2011

Quiero...

Que el mundo se acabe en tu mirada.







Quiero... quererte tanto que escueza.







.

domingo, 10 de julio de 2011

No sé que me hacía pensar que ésta vez sería diferente,

domingo, 26 de junio de 2011

Antes de rendirnos fuimos eternos.

jueves, 23 de junio de 2011

Nunca, por algo que me había dolido tanto, había llorado tan poco.
Toda su vida había soñado con escuchar estas palabras:
"Ne me quitte pas".
Y ahora era justamente ella quien tenia que pronunciarlas.

lunes, 9 de mayo de 2011

¿Puede, algo que no fue, volver a serlo alguna vez?

miércoles, 27 de abril de 2011

Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

miércoles, 20 de abril de 2011

....Y abrázame fuerte, que no pueda respirar. Tengo miedo de que un día, ya no quiera bailar conmigo, nunca más...

Lo peor del amor cuando termina

son las habitaciones ventiladas,

el puré de reproches con sardinas,

las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos

que embalsaman al humo de los sueños,

los teléfonos que hablan con los ojos,

el sístole sin diástole sin dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,

remendar las virtudes veniales,

condenar a la hoguera los archivos.

Lo peor del amor es cuando pasa,

cuando al punto final de los finales

no le siguen dos puntos suspensivos.


-Joaquín Sabina.

martes, 19 de abril de 2011

Tic tac tic tac tic tac tic tac…miraba las agujas del reloj sentada en el viejo sillón de orejas de aquel salón, contando impaciente los segundos que todavía le quedaban de espera. De izquierda a derecha se balanceaban sus pupilas, mientras que su latido se aceleraba cada vez que la última fracción de segundo de cada minuto llegaba a su fin. Y lo peor de todo es que aquella arena que no paraba de vaciarse reloj abajo significaba mucho más que un retraso, o un olvido. Significaba que la brecha existente entre ellos se abría más y más, y amenazaba con no cerrarse hasta el resto de la eternidad. Entonces era cuando ella hacia mover insistente su talón, que a la vez derivaba en el temblequeo de su rodilla, de su muslo, de todos los poros de su piel. Se lastimaba entonces del transcurso de las cosas. De haber tomado el camino fácil, no para ella, sino para él. De haber vuelto a equivocarse, de haber dado a cambio de nada, y de haber entregado hasta el último rincón de su corazón a Juan.

Juan apareció un día, porque sí. Y eso era lo que Julia no podía soportar; el hecho de que no hubiera una razón aparente para su presencia. Todo ello derivaba en una monstruosa tempestad de inseguridades, en las que caía relación tras relación, cegada por la unión de casualidades que las unían a todas ellas entre sí. Cada detalle se convertía en problema, cada frese no dicha, o pregunta no hecha, derivaba en un aluvión de conclusiones precipitadas.

Juan se escudaba en sus notables esfuerzos para verla, en las muchas horas que pasaba con ella, las cenas de tres tenedores en restaurantes caros, las escapadas a un hotel en la montaña los fines de semana, los perfumes, las joyas…Pero todo eso para Julia no significaba absolutamente nada. Ella se conformaba con levantar los ojos del café, y ver que Juan la miraba por encima de periódico. Con encontrar un mensaje en su I-Phone donde leer buenos días, buenas noches. O una simple llamada perdida que dijera Me acuerdo de ti. Pero todo eso a Juan se le escapaba. Se sentía tan capaz, tan seguro de que Julia jamás huiría de sus brazos, que poco a poco fue olvidando que su felicidad, y la de ella, residía en todos esos pequeños detalles, en todas aquellas pequeñas cosas, que lo decían todo, aunque parecieran no decir nada.

Y Julia se sentaba a su lado, en el sofá, deslizando la mano por su rodilla, oliendo su pelo, o hundiéndose en la suavidad de su pecho, esperando encontrar al menos una sola respuesta de Juan que significara que, para él, ella estaba ahí.

Pero esas respuestas nunca llegaban. Y por eso Julia se levantaba del sofá, se sentaba en el sillón orejero, y lo miraba atentamente, esperando que notara una ira inicial que luego se convertía en pena, y después en desilusión, y por último en desasosiego.

Siempre amenazaba con irse. Se repetía mil veces a sí misma que no aguantaría ni un minuto más mirando aquel reloj, esperando captar la atención de alguien a quien no interesaba. Y entonces, el miedo la invadía. Se hundía más y más en el sillón, tapada con la manta, intentando olvidar que el vacío que sentía era mucho más que un fenómeno espacial entre ella y su pareja.

Abrir la puerta de la entrada sin él le parecía una tarea imposible. A pesar de que lo había hecho muchas veces antes, sola. Le daba la sensación de que el invierno era demasiado frío, demasiado solitario para una persona como ella. Prefería esperar y esperar a que un día Juan despertara de su vigilia permanente, y volviera a soñar con ella.

Finalmente, un día, Julia se cansó de esperar. Ante la mirada atónita de Juan, cogió el abrigo, la bufanda, y abrió la puerta que daba al rellano. Estaba dispuesta a bajar a los ultramarinos de la esquina, saludar a Martina, y comprar todo el azúcar que faltaba para que su vida volviera a endulzarse de nuevo. Juan tenía dos opciones, seguir petrificado, o bajar con ella. Y mientras Julia, al ver que no escuchaba los pasos de Juan tras ella, soltaba una lagrima por su mejilla derecha, Juan se asomó al balcón.

-Espérame. Voy contigo.

viernes, 15 de abril de 2011

Una tras otra. Una tras otra doy mil vueltas en la cama. Tengo la sensación de que ni tan siquiera ha amanecido. Motores de impacientes conductores anuncian la puesta en marcha de la ciudad tras el insomne y sigiloso descanso de la noche. Todavía aturdida, miro el reloj. Las 10:30 A.M. Amaneció hace un rato. Mientras me retiro el pelo de la cara, y lo recojo en una coleta, intento recordar todo lo que pasó anoche. Y detrás de las fotos, el alcohol y la resaca, te pienso. Me vienes como un mal sueño, como una desagradable pesadilla. Leve recuerdo de una noche que olvidar y para olvidar. Estás ausente. Despierto, y por un momento soy consciente de que todo es mucho más real de lo que parece. Nada impedirá tu marcha. Nada va a ralentizar los pocos minutos que me quedan contigo. Y cojo la manta, y me tapo la cabeza, imaginando que, hasta que no suba la persiana, no será un nuevo día, que no sonará el teléfono, que no oiré tu voz, y que no escuchare como me dices que no volverás el domingo, ni el lunes, ni el martes… que todo es difícil, pero posible, que volverás… Y, de nuevo, duermo.

lunes, 4 de abril de 2011

Verdades que duelen

Vamos a ser eternos, vamos a hacernos daño.


jueves, 31 de marzo de 2011

Nieve...

Bist du bei mir, geh ich mit Freuden

zum Sterben und zu meiner Ruh.

Ach, wie vergnügt wär so mein Ende,

es drückten deine schönen Hände

mir die getreuen Augen zu.

jueves, 10 de marzo de 2011

Ahora. Aquí. Contigo.

martes, 8 de marzo de 2011

Cae la noche. Camino a casa. Me encuentro contigo.

Cae noche. Cae la noche y camino a casa. Cae la noche, camino a casa y me encuentro contigo. Cae la noche, camino a casa, me encuentro contigo y leo entre las líneas de tu mirada que me echas de menos. Cae la noche. Camino a casa. Me encuentro contigo. Y leo entre las líneas de tu mirada que me echas de menos, a mí y todos los demás. A mí y a los sueños que no cumplimos, ni juntos, ni separados. Cae la noche, camino a casa, me encuentro contigo, y sé que me echas de menos, a mí, a todos, y a esas tardes de cine, risas, y cervezas. Cae la noche, camino a casa, y me cuentas que esta noche ha venido a visitarte la nostalgia. Cae la noche. Camino a casa. Y he de decir que yo también te echo de menos. Caminan conmigo las falsas esperanzas, dicen. Caminan porque saben, como yo, que ya es demasiado tarde para mantener encendida la luz de las estrellas. Cae la noche, camino a casa. Y tú seguirás caminando, en busca de respuestas. Y yo seguiré caminando, intentando no hacerme demasiadas preguntas. Cae la noche, camino a casa, me encuentro contigo. Y te miro y pienso que no habrá nada que empañe lo que hemos vivido. Que no podrá borrarnos el olvido. Ni a nosotros, ni a ellos. Cae la noche. Camino a casa. Me encuentro contigo.

martes, 1 de marzo de 2011

Y las calles...

Cuando la silueta encontrada siempre es la tuya y el deseo más fuerte es que no aparezcas.

Quesemueranhoytodoslossuperheroes.

sábado, 12 de febrero de 2011

Un silencio habla más que mil palabras.

-¿Volverás?

Cogió su sombrero gris, y mientras veía como la sombra de su mano, reflejada en la pared, caía sobre su cabeza, yo sentía como caían mis respuestas.

-Nunca conocí a nadie como tú.

-Entonces no te marches.

-Eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida, la más dulce, la más comprometida. Nunca nadie había escuchado mis plegarias como tú lo habías hecho hasta ahora. Nunca nadie había comprendido mejor el sentido de mi vida, de mi alma. Has luchado incansable, conmigo, a mi lado. No sabes cuánto he aprendido de ti. Cómo disfruté de las noches en vela, conversando. Y de esos paseos, junto al rio, junto al mar. Y cómo reíamos mientras comías helado de fresa. Aquellas madrugadas de verano, tirados en el suelo, al raso, mirando las estrellas…

-No entiendo nada, de verdad.

-No es el momento. Eres todo lo que quiero, todo lo que siempre he buscado, pero no ahora.

-¿Entonces que se supone que debo hacer, esperar?

-Volveré.

-No lo harás. Nunca vuelven.


lunes, 31 de enero de 2011

A Pablo...

Te contaré un secreto.
Los dioses nos envidian,
Nos envidian porque somos mortales ,
porque cada instante nuestro podría ser el último.
Todo es más hermoso porque hay un final.
Nunca serás más bella de lo que eres ahora.
Nunca volveremos a estar aquí.
Te prometo que te esperé, pero me cansé de hacerlo.

jueves, 20 de enero de 2011

No diga más y juegue.

Hoy es jueves por la noche. Uno de esos jueves de historia del arte a primera hora el viernes por la mañana, con examen de tres temas. Uno de esos jueves en los que yo todavía no he estudiado casi nada, y, para colmo, me encanta lo que ponen en la tele. Cinco minutos más. Sentada en el suelo del salón, como un niño que espera ansioso para descubrir cuál es su regalo de reyes. La quiero, señorita Kubelik. Es una pena que yo debiera estar estudiando. No es justo. No es justo que pongan una perla semejante y que yo me la pierda. Por eso no voy a hacerlo, odio las injusticias. No importa lo que pase mañana, en mi examen. En realidad, es de Lengua B1, y bastante más trascendental que los de antaño. Pero espero que el destino no me falle. Nunca lo ha hecho hasta ahora. Un último as en la manga, sólo uno más. Tres. Reina. Ya amanecerá mañana. Ya veremos que sucede con el arte de la improvisación. Ojalá sea tan buena como el cine. Quédate, no duermas, no pestañees. Esta es una noche mágica, de acostarse a las 2 y levantarse a las 5. Basta ya de lamentarse. Basta ya de pensar en el futuro y sus consecuencias. Juguemos una última partida. ¿Dónde tiene las cartas?

miércoles, 19 de enero de 2011

Sólo espero que, cuando pase la tormenta, todavía puedan verse las estrellas.

domingo, 2 de enero de 2011

Cantos de sirena me desatan del mástil...
Quizá el tren no pase dos veces.