viernes, 21 de agosto de 2009

Romance de Curro el Palmo

La vida y la muerte
bordada en la boca
tenía Merceditas
la del guardarropa.
La del guardarropa
del tablao del "Lacio",
un gitano falso
ex-bufón de palacio.

Alcahuete noble
que al oír los tiros
recogió sus capas
y se pegó el piro.
Se acabó el jaleo
y el racionamiento
le llenó el bolsillo
y montó este invento,
en donde "El Palmo"
lloró cantando...

Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor
que me desvela la verdad.
Entre tú y yo, la soledad
y un manojillo de escarcha.

Mil veces le pide...
y mil veces que "nones"
de compartir sueños
cama y macarrones.
Le dice burlona...
..."Carita gitana,
cómo hacer buen vino
de una cepa enana".

Y Curro se muerde
los labios y calla
pues no hizo la mili
por no dar la talla.
Y quien calla, otorga,
como dice el dicho,
y Curro se muere
por ese mal bicho.

¡Ay! quién fuese abrigo
pa' andar contigo...

Buscando el olvido
se dio a la bebida,
al mus, las quinielas...
Y en horas perdidas
se leyó enterito
a Don Marcial Lafuente,
por no ir tras su paso
como un penitente.

Y una noche, mientras
palmeaba farrucas,
se escapó Mercedes
con un "curapupas"
de clínica propia
y Rolls de contrabando
y entre palma y palma
Curro fue palmando.

Entre cantares
por soleares.

Quizá fue la pena
o falta de hierro...
El caso es que un día
nos tocó ir de entierro.
Pésames y flores
y una lagrimita
que dejó ir la Patro
al cerrar la cajita.

A mano derecha
según se va al cielo,
veréis un tablao
que montó Frascuelo,
en donde cada noche
pa' las buenas almas
el Currito "El Palmo"
sigue dando palmas.

Y canta sus males
por "celestiales".

Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor
que me desvela la verdad.
Entre tú y yo, la soledad
y un manojillo de escarcha.


Por Joan Manuel Serrat

viernes, 14 de agosto de 2009

Poema Walking Around de Pablo Neruda


Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas moradas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
no quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llear con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.



Creo que es una buena forma de empezar de nuevo...