martes, 20 de julio de 2010

Take the long way home



Cada aroma me recordaba a él, cada brisa de la mañana, aunque no fuera su perfume, aunque no fuera el ambientador de su coche. En cada esquina esperaba encontrarme con esa mirada dulce y a la vez furtiva, que me dijera que ya era la hora, hora de embarcarnos en un nuevo viaje, lanzados hacia la infinita línea del horizonte. Y huír, volar, soñar, con que los momentos fueran eternos, con el olvido de la urbe y los problemas, y con el único dogma de la sinrazón. Y es que era bonito pensar que los cuentos de hadas pueden hacerse realidad. Era bonito pensar que me amabas, aunque fuera mentira. Si sólo fuera por despertar y ver el sol cada mañana…daría la mitad de mi vida por volver a esos pasajes.