sábado, 28 de abril de 2012

Se hace tarde. Se hace tarde y con la llegada de la oscuridad me entra el sueño. Falta nitidez en el ambiente. Me faltas tú. Y no debieras faltarme. O yo no echarte en falta. Porque ya han pasado 6 meses. 6 meses en los que se suponía que tú y yo debíamos olvidarnos. Pero me lleva la corriente hacia aguas desconocidas. O más bien, demasiado conocidas. El fin era el principio de una nueva era, de una nueva etapa quién sabe si de luz u oscuridad, pero nueva después de todo. Y sin embargo me arrastran los remolinos, como si fuera a tragarme el enorme sumidero de esta tierra. Y todavía no sé como voy a salir. La costa está cercana, pero algo me dice que volverás, que volverás a rescatarme en un pequeño bote, y que huiremos para siempre. Prefiero pensar que es la tormenta y el mar de fondo el que impide que estemos juntos. Y no que ya hayas decidido dejarme para salir en busca de otras aventuras. Que algún día volverás y marcharemos a Creta. Y haremos que los sauces tengan hoja perenne para toda la eternidad.

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