martes, 7 de abril de 2009

Aliento del cielo


De repente sintió la profunda necesidad de salir ahí fuera, de despojarse de cualquier resquicio de su vida anterior, y volar, volar alto para olvidar todo lo que había oído aquella mañana. No lo podía creer. No podía creer que ya no fuera a escuchar sus pasos por la mañana al entrar en el baño. No podía creer que la luz que entraba por las mañanas por la ventana de su habitación no fuera a iluminar más cara que la suya propia. Y entonces abrió la puerta, y bajo la lluvia corrió hacia el mar, frente a un amanecer todavía incipiente. Y allí, con la arena húmeda arrinconándose por cada arruga de sus pies y la lluvia mojándole la cara comenzó a quitarse la ropa. Ya desnuda empezó a girar, girar, girar hasta que la gravedad la indujo hacia el suelo, donde callo fulminante, respirando el aire puro de la brisa del mar. Y allí, tirada en el suelo, mojada, y completamente desnuda, por fin se sintió en paz….

No hay comentarios:

Publicar un comentario