martes, 14 de febrero de 2012

Stop-motion

Momentos eternos.
Segundos que se esfuman como milésimas.
Promesas vanas, rotas,
que se traga el desagüe del mi baúl de los recuerdos.
Letras que vagan solas,
pretendiendo no decir nada,
pretendiendo decirlo todo.
Lo que quiero hoy,
lo aborreceré mañana.
De lo que hago hoy,
me arrepentiré mañana.
He salido al rellano de mi edificio,
cogido las páginas amarillas,
y buscado el número de las Moiras.
Les he pedido cita urgentemente
(Tienen que cortar ese hilo que es
tuyo y mio y que yo me empeño en no cortar).

Medidas extremas, ¿verdad?
Sentimientos extremos.

Amor.
Rabia.
Amor.
Rabia.
¿Quién dijo miedo?
Todos.
¿Quién dijo verdad?

Ni el más insulso.
Escaparates,
ropas,
coches,
calles,
bicis,

rincones,
iglesias,
campanas,
navidades,
cenizas,
ríos
y las playas a las que nunca fuimos.
Los besos que nunca nos daremos.
Los mensajes que ni tú ni yo vamos a leer.
Y toda una vida por delante para seguir dándome cuenta cada día de que
no volveremos a estar juntos.
Para recibirte en mi casa,
meterte en mi cama,
y mirar uno para la pared y otro para la ventana.
Y soñar que me haces el amor,
estando a medio centímetro tu culo del mío.
Y tener que dejar de soñar a las 8 de la mañana.
Pecado original,

maldito pecado,
maldita dulzura la mía,
o más bien la tuya.
Malditos momentos

que forman huracanes,
y benditos aquellos que los provocan.
Frío y calor.

Calor y frío.
Vendrán a recogerme
cuando ya me haya ido.
El corazón que hoy está lleno,

Mañana estará vacío.

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